Y al mirar su apariencia comenzó a creerle
Lo que en libros majestuosos con avidez leyó
Ahora ante sus ojos estaba imponente
Y hasta el Tiempo las agujas de su sangre aceleró.
“A la juventud volverás o si prefieres
a la infancia que has guardado siempre en tu corazón
el oro lloverá como el agua que se vierte
y cada espina que te ha herido se volverá amor”.
El pobre viejo hacia un espejo levantó la frente:
“¡Ay, vanidad, juventud es dulce vino que se me acabó
Y con sólo firmar al Caído la copa se me llenó!”.
El Ángel de las tinieblas al viejo le dijo “duerme”.
Al amanecer miró sus manos y el rostro al espejo volvió
Todo en él era belleza y juventud, acaso todo lo soñó.
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