Un terrenito en Ramos Mejía …
En aquel terreno jugábamos al fútbol /
A la hora de la siesta / después de almorzar /
En patas / en cueros / entrando en la tierra
Enroscando las remeras para inventar el arco /
Orlando, el boliviano, mi primer gran amigo
Traía la bocha debajo del brazo y decía:
“Rompe, pierde, pincha, paga” era así nomás /
A la pelota había que tratarla con cariño /
Estaba el habilidoso, el pata dura, el gordito al arco / el que se enojaba y se iba a la casa / el comilón al que se lo rajaba a puteadas e insistía /
Porque, señor, así son los goleadores. Morfones.
Un día le pusieron un poste y un letrero:
“Se vende terreno” / al poste lo usamos de palo /
El letrero vino a sernos útil para afilar la puntería /
Pero a los pocos meses, llegaron los albañiles.
Sobre aquel terreno construyeron un chalet /
Vino un arquitecto en automóvil / dibujó planos /
Nosotros mirábamos desde la esquina contraria
Sentados en el cordón / la pelota dormida.
Y levantaron paredes que aplastaron la tierra.
Vino la civilización con rastrojo y rastrillo
Orlando puteaba en su lengua / no sabíamos qué decía, pero todos los pibes le dábamos la razón.
Gustavo J. L. Peredo
10 de agosto de 2010
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