viernes, noviembre 16, 2007

VII- Escrito por José Francisco Yupanqui


Hoy, muchos luchan, y muchas gargantas cansadas gritan su indignación, a ellos nosotros les queremos donar nuestra sangre en nuestras obras para su descanso, para que puedan enjugar sus nobles frentes en la ardua lucha contra los miserables. Luchen hermanos, todos debemos luchar. A nosotros, el valor nos es escaso, aunque sí tengamos fuerzas para alentarlos. Nuestro penar (el de ustedes, el mío) es largo como los caminos de tierra de nuestra patria, pero no nos asustan porque todo eso es nuestro, tanto los caminos como las penas. Al lado de los que luchan (al lado de ustedes) queremos ponernos, pero nuestras inútiles manos no saben de tirar piedras, ni de escupir imperios sabe nuestra saliva; pero compañeros, sí sabemos hacer versos, como obreros pues somos hijos de obreros. Su labor es digna y hermosa, toda lucha trae hermosura a cada combatiente al estar alentada por una causa justa. Y nosotros somos obreros del pensamiento y tenemos búsquedas similares a las de ustedes. El arte, en nuestro caso, la literatura, lo hacemos de momentos principalmente, que, enlazan momentos que nos trascienden hacia atrás y hacia adelante, y por eso es una lucha, y cada palabra es una batalla por la memoria de los pueblos, que en definitiva es una lucha por su dignidad. Y luego está la belleza, y la alegría de creernos libres. Muchos dirán que hacemos palabras vacías o entristecidas de vida, esos son los sedientos de vanguardia que buscan letras repercutientes. Dirán que no es arte social. Admitiremos que no lo es, en la medida que ningún arte lo es. Ninguna frase hace que un hombre deje de sufrir su condición, por eso queremos que nuestras obras sean como un poco de pan, algo que se pueda repartir, para ganar fuerza antes de los combates. Peor: mi arte habla sólo de mí. El mundo es incomunicable, inabarcable con palabras, y deja un pequeño espacio que es la soledad total de todos los hombres. Hablar es separarnos cada vez más, hacer literatura es despreciar esa distancia, o notarla, pero divirtiéndose. Desde este humilde lugar se intenta atender necesidades, como una pequeña sala de primeros auxilios que no cura grandes epidemias. Traemos historias, pensamientos ajenos, miedos, risas; queremos hablarle a cada niño, a cada señora. Lo nuestro es contar para que otros cuenten, y hacer tradiciones para los pueblos. Y también recordar: a nuestros abuelos y padres. Por sobre todo resistir, resistir desde lo heterogéneo, y establecer las diferencias con los patrones opresores o corruptos, que son los que ordenan literatura vacía. Nuestra moción propone un esfuerzo en conjunto y a la par: ser por un lado obreros en lucha por la dignidad del hombre, y por el otro recordar para alimento de las generaciones y los pueblos. Luchar siendo lo que somos, hombres que se saben herederos de estos tiempos y de los de siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mí no me parece...