Salud, amiguitos y amiguitas!... estamos con ustedes de nuevo diciendo cosas que ya dijimos (nos parecemos a otros, qué se le va a hacer!), porque hace rato que no las decimos en la calle. Como en una reminiscencia repetimos nuestro pregón antiguo: el Arte es útil, si anda buscando la Belleza, si nos da el beneficio del goce, si es divertido. Hoy ampliamos esta proclama en un mandato: ¡Que el Hombre sólo haga cosas lindas! Y nada más!!. Cansan el haragán confort, el tiempo insulso de los televisores, porque nos ahuecan la esperanza. Por ejemplo, hoy, sólo buscamos el control remoto del placer amoroso. Y nos agotamos escondiendo los fracasos porque nos dicen que solamente los adinerados héroes son amados verdaderamente. Tenemos que educar a nuestros hijos para que insensatamente gocen de la absurda vida. Creemos que hay Belleza, pero que no hay una única forma pura. Cada ser conoce su propio goce, sabe lo que le gusta, en su instinto está la Belleza, asi como el hecho de que no debe dañar a su prójimo, salvo que el estropicio del otro se le presente como necesario a su propio deleite. La Belleza es una moral, y creemos que debe ser la única. El fantasma del progreso positivista recorre los intestinos del mundo: es hora que abramos nuestros agujeros y evacuemos ese veneno. En occidente, hoy, estamos infectados de una regla de belleza corporal… Ah, si esos mutilados no fueran tan crueles! no se habrían maltratado muchísimas linduras!. Pensemos esto: si hacemos mucha fuerza (mental, espiritual, intelectual) podemos vencer estas (y otras) reglas ancianas que nos oprimen. La victoria es posible porque todos, alguna vez, han sido vencidos, nadie es un infalible invicto para siempre, nadie.
Los de Forhtedon somos pregoneros, nada más. No tenemos verdades reveladas, ni fotos movidas, somos exclusivos gritadores afónicos de (y por) la Belleza gozosa. Entusiastas removedores de cosas viejas, como gente en perpetua mudanza que no se quiere olvidar nada. Nos damos cuenta que como especie nos quedan muchas cosas en los baúles, en las cajas, en los cofres, que no hemos revisado nada de nuestra casa nueva ni de la antigua. Creemos que todavía no conocemos nuestra ropa, ni nuestra cara, ni nuestro nombre… y menos que menos a nuestros vecinos.
Vamos a crear cosas hermosas. Busquemos la felicidad en todo lo que hagamos. Seamos herederos de los dioses que nos han legado el mundo y nos han abandonado para morirse en sus cuevas. Amemos…
¿Vamos a regalarnos las cosas que hallemos? ¿Vamos encontrar todas las cosas lindas? ¿Vamos a ponerles nombres a todo y a cambiarlos cuando se nos dé la gana?
Los de Forhtedon somos pregoneros, nada más. No tenemos verdades reveladas, ni fotos movidas, somos exclusivos gritadores afónicos de (y por) la Belleza gozosa. Entusiastas removedores de cosas viejas, como gente en perpetua mudanza que no se quiere olvidar nada. Nos damos cuenta que como especie nos quedan muchas cosas en los baúles, en las cajas, en los cofres, que no hemos revisado nada de nuestra casa nueva ni de la antigua. Creemos que todavía no conocemos nuestra ropa, ni nuestra cara, ni nuestro nombre… y menos que menos a nuestros vecinos.
Vamos a crear cosas hermosas. Busquemos la felicidad en todo lo que hagamos. Seamos herederos de los dioses que nos han legado el mundo y nos han abandonado para morirse en sus cuevas. Amemos…
¿Vamos a regalarnos las cosas que hallemos? ¿Vamos encontrar todas las cosas lindas? ¿Vamos a ponerles nombres a todo y a cambiarlos cuando se nos dé la gana?
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