Nací en San Justo el dieciséis de enero de mil novecientos setenta y ocho. Hasta los seis años residí en Casanova; luego fui a vivir a, junto a mi hermana y mi madre, a la ciudad de La Plata. Me mudé varias veces conociendo distintos barrios de los cuales no conservé ni un amigo: creo que las personas son nocivas a las personas y aún más los amigos. Si uno debe, por necesidad o mimesis, hacerse de amigos, que estos sean escasos, uno a lo sumo, o en el mejor de los casos imaginario. Actualmente vivo en Villa Elisa en una hermosa casita que mi padre acaba de pintar: verde manzana la cocina, gris el piso y blancas el resto de las paredes. Las noches en Villa Elisa son más amplias que en La Plata, la soledad también es menos pequeña. La literatura que adoro es toda aquella que leo, aunque es cierto que Fausto me tiene el alma embelesada, pero quienes han conquistado mi corazón son Baudelaire, Leopardi, Borges, Ovidio y, en mi memoria un dante, un hugo, un tolstoi. Mis películas favoritas son El club de la pelea, Belleza Americana, Bingo Bongo, Tiburón (pero la primera, las otras no), la trilogía Matrix, Lilo y Stich, Rocky, las de Van Damme y Vanilla Sky. Si, amo Holliwood. Lo que sí detesto son las arañas y amo las tortugas, pero las de tierra. Tuve varios dolores de cabeza en el amor, pero nada que unas cuantas borracheras y unas pocas noches de insomnio no hayan sabido curar. Me enamoro de las mujeres pero aún más me enamoro de sus sombras: pues estas no gritan, no se quejan, no te perturban. Tengo tres sobrinos a los que amo, pero procuro no acercármeles demasiado para que vayan acostumbrándose a no tenerme. Mi alma quiere que solo de ella me ocupe y la muy narcisa se duerme cuando visito a alguien que aprecio. Tuve varias mascotas, las que más quise fueron: Cocó (un hermoso perrito que murió porque sí), Kevin (otro perrito), Ova (otro perrito, muerto, como el anterior) y el inigualable Rimbaud (un conejo enano de orejas caídas que murió una noche). Leandro (Facha), Hernán, Raúl , Pochi y Matías: ellos saben quienes son. La familia Álvarez: en su casa me atendieron como lo que jamás seré: una buena persona. Los ÁLVAREZ, la angelical y única Natalia, el dulce Seba, la inteligente Caro, la eterna soñadora Lore, el bebe Nico, la cariñosa Mirian y la bebita Celeste, la rebelde inocencia de Romina, la niñez tierna de Lucia y las charlas inacabables de ese hombre tan justo Juan. El vino dentro de la botella, la mesa servida para muchos, incluso para mí, los cumpleaños numerosos: esa casa, ubicada en Los Hornos, un cielo es para los condenados. No me gusta demasiado la carne, prefiero las ensaladas y las pastas. Mi comida preferida es el mondongo. Odio el hígado. Estoy terminando la carrera de Letras y estoy en el primer año de Historia. Mi sueño es ser un buen poeta y ser profesor. Seguir siendo un estúpido cuya virtud es reconocerse estúpido, lo cual me hace menos estúpido que el resto de los estúpidos (lectores, compañeros, transeúntes, vivos y muertos); seguir llenando el mundo con versos, alguno habrá que disguste y seguir renegando del trabajo: que hace de cada hombre un Sísifo. Sin más, un beso a la mujer que amo: Romina L. Que sigan bien. Y no olviden que no es necesario morirse para respirar el sabroso aire del infierno, mis buenos cristianos. Sin ningún tipo de consideración doy por concluida esta biografía.
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