Soy Matías Rafael Esteban, nací en una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Nueve de Julio, en su hospital público, el dieciséis de febrero de mil novecientos setenta y seis. Los primeros meses vivimos, mis padres y yo en un puesto en un campo cerca de El Tejar, a unos kilómetros de aquella ciudad, mi padre era tambero. Al año fuimos a vivir a mi pueblo, a mi patria: Doce de Octubre. Aún sueño con sus rincones, y con sus plantas. Fui feliz e infeliz irreprochablemente. Sobre esas calles arenosas me sucedió un hecho fundamental: yo tenía seis años y frente a mi casa se inauguró la biblioteca popular, cuando se reciclaron unas piezas de la vieja estación de ferrocarril. Y en ese lugar se funda mi literatura: enciclopedias baratas, los hermanos Grimm, Salgari, Ben Hur (el primer libro que finalicé, con inmensa felicidad), revistas, Dumas, bestseller coloridos, diccionarios, fábulas. Y a la par mi madre me cantaba canciones que hoy recuerdo, y mis hermanos (Romina y Branko) me acompañaban en épicas historias con una legión de muñecos rotos que teníamos, donde ellos eran otros muñecos de mi imaginación… puedo decir que allí nace mi imaginación que hoy alimento poco… Y Pocho, mi viejo querido, (el de los oficios con “ero”: tambero, obrero, herrero, camionero), me contaba sus inquietudes metafísicas: la infinitud del universo, la existencia de dios, la esencia del ser… Y mi madre, Lilian me enseñaba la piedad y la fe cristianas, (que aún no puedo aprender, pero que admiro), y la paciencia, la infinita tranquilidad que puede dar el amor… Allá, en el Doce, pasé mi infancia, y gran parte de mi adolescencia, aunque a los doce años fui pupilo en la escuela técnica de la ciudad, y durante casi cuatro años viví sólo los fines de semana en Doce de Octubre, luego nos mudamos definitivamente al Nueve. Al terminar la secundaria seguí estudiando en La Plata: tres años Psicología, y luego el Profesorado en Letras, conocimiento vecino de mi pasión: la Literatura, el arte de leer y escribir… Diego Byrne (¿de Naón o de Los Toldos?) es mi amigo y me conoce desde la secundaria, y yo lo conozco, y sus palabras me ayudan, y ruego para ayudarlo si me necesita. Siempre quiero servir a mis hermanos, (quisiera estar siempre cerca de Romina y Branko). Gustavo Peredo de Villa Elisa es mi amigo desde antes de que yo confíe en él, es puro, es noble, le agradezco que me honre con su fraternidad. Somos compadres de lucha… Me enamoré verdaderamente varias veces, y también muchas veces sufrí el odio, hoy, para siempre, amo a Paola de Comodoro, interminablemente. Fui un miserable canalla en diversas ocasiones, y sufrí a muchos canallas. Nada del otro mundo. Fui criado en el cristianismo, y no sé si creo en Dios o Jesús o el Santo Espíritu, o los dioses, simplemente porque no los sé, y no porque no haya tenido experiencias místicas o contactos con lo divino…. Mi humor es amargo, de viejo carcamán, a veces sucio, o absurdo, o inocente. Soy heredero de un sucio perro viejo de las afueras de Atenas: Diógenes, aunque sus pulgas y su roña sonriente nos hayan llegado sin su nombre. Otros amigos: Shakespeare, Patoruzú, Cervantes, Nippur, Nietzsche, Kafka, Maradona, Melville, Poe, Pessoa, Macedonio, El exorcista, Borges, Arlt, San Lorenzo, el Chavo, Heracles, Marlboro, Hulk… No puedo contra mi vida, yo soy ella. Estoy hecho de mil y un millar de momentos, hoy creo que estos pocos (que son los que entran acá) son los que me definen.
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