Un niño deforme ve jugar a otros niños
y a ellos se acerca y pide jugar a su vez,
éstos ríen y señalan la rugosidad de su piel
y uno grita “¡es gracioso y feo cual cochino!”.
Otro tomó una piedra dándole en el rostro,
tambaleó y tropezó con un enorme perro
éste lo mordió arrancándole un dedo
y los niños rieron con un estruendo de oso.
En la arena, cerca de los juegos de la plaza,
tomando su mano el niño llora y vomita
y esta nueva comedia despertó nuevas risas.
Como un teatro, oscureció el cielo de nada;
y Lucifer gritó “Oh hijo, pequeño amor, entra a casa de prisa!”
y el cielo encendió sus luces y ya no se oyeron risas.
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