miércoles, septiembre 24, 2008

Otro cuento - Matías Rafael Esteban

una calle transformativa


   En ... había una calle, (hoy hace tiempo que no voy por allí), que se parecía a cualquier calle de cualquier ciudad. La particularidad de esta calle estaba en que cambiaba a la gente que la transitara caminando. Este extraño suceso ocurría durante un pequeño tramo casi al final de esta calle de ... Era un pedazo, una cuadra de esa calle el que tenía esta extraña característica.
   El trecho transformaba a las personas que lo anduvieran. El trecho del que quiero hablar iba de este a oeste, al atardecer. Y las vicisitudes urbanas sucedían si el paseante recorría este lugar en sentido contrario. Estas precisiones son estrictamente necesarias puesto que las transformaciones no habían de suceder si algo de esto no ocurría respetuosamente. Hay que destacar que la metamorfosis les sucedía a aquellas personas que caminaran por aquí en soledad, y sin testigos a la vista. Esa gente no era víctima de ningún maleficio, ni encantamento, ya que no había dolor en esos cambios. Incluso la persona con su cambiado aspecto cambiaba su conciencia y recuerdo y vivires y nombres. Todo cambiaba con su paso por ahí, y ese lugar no era otro universo, ni un mundo paralelo, ni nada de las cosas raras de las que hablan las ficciones científicas de estos malos tiempos.
   La permutación era tan drástica que en su exterior cambiaba el sexo aquella persona que transitara por allí. Luego su vida continuaba normalmente, más normalmente que de costumbre, pero nadie reparaba en este cambio por la normalidad con que se podía seguir viviendo, y ya que lo maravilloso obraba a nivel universal y no había rastros sobre su sexo o identidad anteriores.

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