Al cuarto día...
Luego de cuatro días, la sangre sobre el palo mayor, el palo guía, no se había secado aún. Esto nadie lo pudo notar ya que era común que aquél lugar fuera patrullado por el persistente olor a vieja carne lastimada y por moscas vuelteras que gustaban del hedor putrefacto, y que espantaban a algún inédito e inescrupuloso aseador o limpiador.
Al cuarto día apareció un escuálido perro negro, mugriento como un cascote, con una peluda estrella blanca entre sus ojos opacos y lagañosos. El animal con su cola bajo su cuerpo desgarbado y apoyando sus secas manos blanquecinas sobre la base húmeda del alto palo, lamió repetidas veces la parte baja con fruición de famélico, siguiendo el pequeño arroyito, el camino humectado con la sangre de los condenados a la crucifixión con su lengua porosa y caliente.
“Al cuarto día, su sagrada sangre fue lamida por un perro” (credo agnóstico, siglo V después de Jesucristo)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario