
Los dados caen sobre la mesa rústica
impulsados por el ocio viril de un haragán,
golpean con el vértice blanco y muestran el número
y otro, como un trompo, da giros para aumentar la emoción.
impulsados por el ocio viril de un haragán,
golpean con el vértice blanco y muestran el número
y otro, como un trompo, da giros para aumentar la emoción.
Acaso el que girar hace los rostros del destino
arroja sobre el pavimento nuestras propias vidas,
que como dados acostumbrados a endeudar al jugador,
giran hasta caer por el desaguadero de la lluvia.
que como dados acostumbrados a endeudar al jugador,
giran hasta caer por el desaguadero de la lluvia.
La locura irreparable por el tesoro del pensamiento,
miles de toneladas de falsas monedas, dan al Genio y al Verdugo
la inapreciable capacidad para decidir entre el Bien y el Abuso.
Y nuestras míseras memorias no serán recuerdo de nadie,
somos el valioso juguete que en la infancia queda abandonado:
ni Cristo, a ciencia cierta, recuerda el número exacto de sus hermanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario