Aburrido, el niño deja su juego
abandonando en el jardín sus soldados de plástico,
entra en la casa y se dirige a su cuarto
en donde esconde una muñeca vestida de negro,
sus labios de ocho años apoya en los de ella
y comienza a subirle el vestido para contemplar su cuerpo;
es inconsciente su excitación al plástico de los senos
cuando le acaricia despacio las caderas y las piernas
y se agita su pulso turbándose los ojos,
desnuda la apoya en su cara, la respira, la olfatea,
luego la deja en la almohada y la recorre con la lengua.
Dentro de su boca chupa y mastica los cabellos rojos
y de este modo dormido abrazándola se queda.
Su madre lo mira con ternura, lo besa y cierra la puerta.
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