lunes, junio 26, 2006

Tema para una pesadilla - Matías Esteban


...Su mujer ya duerme. Él decide dejar de escribir y vencerse ante el sueño invasor. Debe ir a su lejana habitación, mientras la gran casa solitaria parece contener la respiración. Va imaginando a su mujer soñándolo en su lejana habitación. Desde la gran sala, hasta llegar a su lecho debe ir apagando las luces en la noche. Al apagar la primera, en la casa inmensa se oye un ruido pequeño al que no le da importancia. Pasa por una de las salas pequeñas, tantea las llaves de la puerta de atrás, apaga la luz y se oye un murmullo escondido, acechante. Sigue hacia el amplio comedor, en la oscuridad cuando está en el pasillo, se oye una risita o algo que se cae. Nervioso, baja apurado las escaleras. Él no ve nada, pero atrás se oye una risita de niño que lo persigue. Baja la escalera circular, detrás de él, persiguiéndolo viene la risita correteando, pisando los pasos asustado del adulto. Este horrible niño de aire que no se detiene en ningún espejo lo sigue con alegres pasitos sin cara, invisibles. Él se apresura cuando la risa casi lo está por alcanzar; pero nunca lo alcanza, siempre está viniendo tras las curvas de la escalinata en penumbras. Pasa por otros ambientes, apaga las luces con la punta de los dedos. Camina volando con sus pies pero no avanza demasiado, la risita flotante está atrás de su nuca constantemente. Él íntimamente sabe que en el lecho se podrá salvar, pero inevitable tras de sí, sigue escuchando ese quejido enfermizo y negro, esa risita agitada por los gritos convulsos de ese niño de fuego invisible y frío. Él se apresura...

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